Que estas 400 palabras sean el único cauce de comunicación que el ayuntamiento pone a disposición de nuestro grupo municipal para transmitir a la vecindad nuestras opiniones o nuestras preocupaciones es un problema democrático. Pensaréis que exageramos, que tenemos los plenos. Pero, gracias al Reglamento Orgánico Municipal -el ROM- creado por ellos a su medida, interpretando la ley de manera torticera, el Pleno se ha convertido en un sin sentido.
El Pleno es el órgano supremo de representación política de la ciudadanía en el gobierno municipal. Como presidente y moderador del acto, el alcalde puede intervenir en cualquier momento para conducir u ordenar el debate. Lo que no es normal, ni democrático, es que se reserve el derecho de apostillar cualquiera de nuestras intervenciones, de prohibirnos hablar, de solicitar rectificaciones ad libitum o de hacer cualquier comentario (de opinión y, en ocasiones, carente de educación). A todos y cada uno de los concejales, incluidos los suyos. Antes, ¡durante! y/o después de cualquier intervención, haciendo abuso evidente de su mayoría absoluta. Momento es para recordar que, aunque la Ley electoral les haya concedido mayoría absoluta de concejales, obtuvieron 1.000 votos menos que la suma del resto de grupos, luego no representan a la mayoría de las personas vecinas de Tres Cantos. Y, aunque así fuese, su gobierno de ‘ordeno y mando’ de la mayoría sobre la minoría seguiría sin ser ético ni democrático.
Por esa razón, entre otras, 6 de los 10 concejales de la oposición convocamos todos los últimos martes de mes -dos días antes del Pleno ordinario, para ser exactos- los Pleno Municipales Alternativos, para expresarnos libremente, para que las vecinas y vecinos participen de libertad y, en definitiva, para demostrar que se pueden hacer las cosas con otro talante y con más talento.
El Pleno es el órgano supremo de representación política de la ciudadanía en el gobierno municipal
No es cuestión de formas solamente, esta forma de gobernar lleva a situaciones no deseables. No es de recibo, por ejemplo, que asuntos oscuros como el olvido y prescripción de una sanción a una multinacional de lácteos sita en Tres Cantos, no haya merecido ninguna explicación por parte del Equipo de Gobierno. El concejal responsable de Hacienda “olvidó” aprobar la apertura de un expediente sancionador, levantado a instancias del funcionario responsable, donde se proponía una multa superior al medio millón de euros a esta empresa por graves incumplimientos tributarios. Su “olvido” no permitió, en tiempo y forma, abrir el expediente. Ahora la petición se ha quedado en menos de cien mil euros.
Las 400 palabras, no dan más de sí. Pero algo habrá que hacer para que la ciudad más joven del Estado no se convierta en un ejemplo de mala gestión y prácticas poco democráticas de gobierno.